Días peculiares, de esos que sabes que te costará olvidar y probablemente no los olvides, de los que te gustaría recodar siempre y que en cada momento que te vienen a la mente son capaces de hacerte sentir un pedacito de lo que verdaderamente sentiste en ese momento.
Días completamente de verano en pleno invierno que te hacen recordar y te traen la melancolía del dulce verano. Sol radiante y la mejor compañía. Playa, aunque con un agua helada que al introducirte en ella te provoca esa sensación de que todo tu cuerpo se congela. Tumbarte en la arena y sentir como los rayos del sol llegan hasta tu cuerpo mientras cierras tus ojos y no importa el resto del mundo. Vestir con ropa de verano, sentir ese cálido ambiente y la alegría de poder vivir un día así. Revivir días sin preocupaciones. Oh mi querido verano, ¡Cuánto te había echado de menos!, por esos días en los que volví a sentirte pero desgraciadamente no era más que una mera ilusión y ahora esos días se han ido, se me han ido mis días de verano, me has abandonado y me has dejado con el frío invierno, y ahora, ahora, has hecho que te eche mucho más de menos. Te espero con los brazos abiertos, y deseo que tu espera no se me haga demasiado larga, Vuelve pronto.
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